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Gazteen artean mugikorrareriko atxikimenduaren lehen kasuak egiaztatu dituzte psikologiek PDF fitxategia Inprimatu
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Osteguna, 2010(e)ko apirila(r)en 01-(e)an 17:43etan

Los padres terminan desesperándose. En la mayoría de los casos lo dejan estar o capean la situación como pueden para evitar el enfrentamiento con sus hijos, pero algunos han empezado ya a buscar ayuda profesional. La adicción a los teléfonos móviles entre jóvenes y adolescentes es un problema poco conocido, pero emergente y que se ha convertido en una auténtica patología psicológica como cualquier otra, que también implica una importante dependencia, aunque los especialistas todavía no la han definido como tal.

En Gipuzkoa han comenzado ya a aparecer los primeros brotes de adicción al móvil entre jóvenes, aunque todo apunta a que se trata de la punta del iceberg. La asociación Ekintza Dasalud de Rentería especializada en ayuda a ludópatas, ha acogido ya siete casos en los últimos tres meses, aunque dos de ellos terminaron abandonando el tratamiento psicológico.

Son las primeras familias guipuzcoanas que acuden a este centro en busca de ayuda, pero la asociación tiene constancia de que existen otros muchos más casos que prefieren no tomar medidas, ya sea porque los padres de los afectados no admiten el problema o bien porque prefieren ignorarlo para no tener problemas de convivencia con sus hijos.

Se trata de chavales de entre 16 y 25 años que se pasan las 24 horas del día llevando encima un móvil conectado y terminan estableciendo una relación de dependencia de sus interlocutores y del propio uso del teléfono.

La alarma se enciende por el comportamiento que empieza a tener el joven en casa- irritabilidad y tendencia al aislamiento-, por los avisos que llegan de los profesores, que advierten del fracaso escolar que apuntan estos estudiantes adictos al móvil, o bien por las exageradas cantidades en las facturas que se reciben en casa. Los primeros casos tratados presentan gastos en llamadas de entre 400 y 600 euros mensuales. Y eso cuando se trata de líneas con la modalidad de contrato, porque en casos con teléfonos de tarjeta de prepago, los jóvenes han llegado a cometer hurtos para poder recargarla.

Estas facturas pueden hacer pensar en que detrás hay muchas horas de conversación pero es justo lo contrario. Los adictos al móvil no hablan entre sí, sino que se intercambian a diario y a todas horas decenas de los llamados mensajes SMS, de texto a través del teléfono móvil. En los casos más acusados, se pueden llegar a mandar entre 60 y 80 de estos mensajes cortos al día. Y en la mayoría de las ocasiones se trata de círculos muy amplios de usuarios, desconocidos entre sí, que se conectan por medio de chats de acceso telefónico.

Perfil predispuesto

Entre los chavales que presentan una mayor predisposición a engancharse a estos círculos con su móvil, los psicólogos que han comenzado a tratar los primeros casos de adicción dibujan el perfil de un joven introvertido, que se siente inseguro, con acusadas deficiencias de autoestima, que no tolera la soledad o con tendencia a la ansiedad, entre otras carencias.

Los especialistas parten de la tesis de que una persona se ve inmersa en alguna adicción porque previamente arrastra algún tipo de déficit, problema o alteración psicológica que le conduce.

Posteriormente, y como consecuencia directa de la adicción, han constatado en estos jóvenes manifestaciones de agresividad, irritabilidad y ansiedad, que se traducen en verdaderos problemas de convivencia en sus familias y en situaciones desesperantes para muchos padres.

Hacer frente a una “actitud cerrada y desafiante”.

El principal, y a veces insalvable problema con el que se encuentran los psicólogos que han comenzado a tratar problemas de adicción al móvil, es la “actitud desafiante” con la que se presenta el propio afectado. Y es que no son los jóvenes los que reconocen el problema y aceptan seguir un tratamiento psicológico, sino sus padres, que, desorientados y sin saber ya cómo reaccionar, “los llevan casi de las orejas” al especialista.

A partir de ahí, las psicólogas que trabajan en la asociación guipuzcoana Ekintza Dasalud, entidad subvencionada por el Departamento Vasco de Sanidad que lleva once años trabajando fundamentalmente en el campo de la adición al juego, lamentan que es muy difícil trabajar con un joven “totalmente cerrado en banda” que incluso trata de culpabilizar a sus padres.

Los profesionales intentan entonces seguir parte del tratamiento con los padres del afectado y pactar una serie de medidas que les puedan ayudar a superar la adicción de sus hijos.

Estas recetas no son muy sofisticadas. Lo primero que aconsejan, directamente, es “confiscar” el móvil y regular su uso. Se trata de que el joven se acostumbre a no utilizar el aparato telefónico a todas horas , a apagarlo en determinados momentos y a poder salir sin llevarlo encima.

Posteriormente, las psicólogas intentan realizar un diagnóstico sobre las carencias psicológicas que le han podido llevar a un chaval a depender del teléfono móvil para superar su aislamiento para proponer una terapia.

(EL MUNDO, LUNES 26 DE ENERO DE 2004).

 
Enfermos del móvil PDF fitxategia Inprimatu
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Osteguna, 2010(e)ko apirila(r)en 01-(e)an 17:41etan
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Iván es un chico normal de 19 años, hijo de unos padres normales de clase media y que, como millones de jóvenes españoles, tiene teléfono móvil. Por las mañanas va a la facultad de la Universidad de Cádiz. Por las tardes, asiste a un centro de rehabilitación de Proyecto Hombre para desengancharse de su adicción al móvil.

Tras pasar el verano de 2003 aprendiendo inglés en el Reino Unido, vino el primer disgusto. En 25 días, se había gastado más de 600 euros en llamadas y mensajes. Iván, que tenía un teléfono de prepago, se ganó una buena bronca y perdió el móvil. Sin embargo, a los pocos días pidió una segunda oportunidad a sus padres. Ellos, creyendo lo que el hijo les decía de que todo se debió a que desconocía el precio de las llamadas internacionales, se la dieron. Lo metieron en el contrato familiar y le devolvieron el terminal. En una semana ya se había gastado 50 euros. De nuevo las discusiones y de nuevo sin móvil. Meses más tarde, Iván volvió a convencer a sus padres de que esta vez sí se controlaría. Y le creyeron. Sin embargo, a los cinco días, consultaron la factura en Internet y vieron que llevaba 100 llamadas hechas. Le quitaron el teléfono, ya definitivamente. “Nos alarmamos, pero no sólo por el dinero. Le veíamos a las 2, a las 3 y a las 4 de la mañana con el móvil en la oreja. No dormía”, dice María, su madre. Pero Iván se compró un teléfono a escondidas. Y a escondidas crecieron los problemas. Le cambió el carácter, hacía pequeños hurtos en casa, le debía dinero a todo el mundo... Todo por recargar la tarjeta.“Perdió la alegría. Decidimos hacer algo y le hablamos de Proyecto Hombre”, añade la madre.

“Mi primera reacción fue decir ‘no”, reconoce Iván. Les dijo que eso era para los drogadictos y que él no estaba enganchado. Sin embargo, su crédito se había agotado. Sus padres le dieron dos opciones: o iba a Proyecto o se iba de casa. Ya lleva casi tres meses yendo a terapia. “Antes, no hablaba con mis padres. Si tenía un problema, me encerraba en mi cuarto y llamaba”, confiesa el chaval. Hoy, Iván sí reconoce tener un problema. “Nos está costando muchas lágrimas, pero empieza a merecer la pena”, cuenta su madre.

Mientras esté fuera del centro de Proyecto Hombre, el chico nunca puede estar sólo. Siempre ha de ir acompañado por uno de sus padres o por su mejor amigo. Es el seguimiento en el argot de los terapeutas. No puede tocar un teléfono, ni siquiera el fijo. Si todo va bien, en ocho meses podrá volver a responder una llamada por sí mismo. María, que ha dejado el trabajo para ayudar a su hijo, se ha implicado tanto que se ha propuesto hacer ver a los padres que el móvil es peligroso. “El que se engancha al móvil puede engancharse a cosas peores”, advierte.

“El teléfono no es el problema. Es una solución inadecuada que los chicos se buscan a un problema previo”, aclara Luis Bononato, terapeuta de Iván y uno de los primeros en enfrentarse al problema de la adicción a las nuevas tecnologías. En 2002, trató a una chica obsesionada con los SMS. “Como Iván, se gastaba unos 600 euros al mes en mensajes. Se llevaba el móvil a todas partes. Hasta tuvo que dejar un curso de peluquería porque no tenía tiempo. Se fue aislando, dejando de lado a su familia y amigos”. Hoy, Luis lleva ya varios casos y asesora a compañeros de otros centros.

Para él, hay elementos comunes entre la adicción a los móviles y las drogas. “El adolescente se evade de los problemas con drogas o con las nuevas tecnologías. Frente al mundo de los adultos, crea un mundo de fantasía donde es quien le gustaría ser. Los SMS, por ejemplo, son un medio de ligar sin dar la cara. Pero impiden el crecimiento como persona al no afrontar los riesgos de una relación real”. La tolerancia es otra similitud. “Con las drogas, cada vez necesitan una dosis mayor para conseguir el mismo efecto. En los móviles, esto se ve en el aumento de la factura, el mayor tiempo que pasan junto al teléfono o tener dos o tres terminales”.

Y, como con las drogas, “seguirá habiendo casos hasta que los padres no se encarguen de la educación. El control no se puede hacer a través del móvil sino con la cercanía, la confianza y la comunicación con sus hijos”.

¿Es usted adicto?
En el caso de los teléfonos móviles no hay una prueba bien definida para comprobar si es o no adicto, como la hay para Internet, el juego o las drogas. Pero, con la ayuda de Luis Bononato, de Proyecto Hombre, y un poco de sentido común, aquí tiene una serie de pistas.

1. La factura es el primer aviso. Por muy saneada que esté la economía familiar, los 600 euros de Iván son a todas luces excesivos. Aunque la cifra dependerá de cada familia y del uso que haga del teléfono, superar el gasto mensual de 30 euros es preocupante.

2. Si el teléfono es un medio para comunicarse con sus amigos, ¿para qué lo sigue usando cuando los tiene al lado? Cada vez es más frecuente ver a un grupo de chavales cada uno con el móvil en la mano y sin hablar entre sí.

3. Otro síntoma es que nunca se separan del teléfono. Lo llevan al baño, durante la comida, ante el televisor, en las reuniones familiares...

4. ¿Habla por los codos cuando se trata de una conversación telefónica y, sin embargo, se vuelve parco en palabras cara a cara?

5. Se pasa de una sensación de malestar a otra de bienestar en función de tener o no tener el teléfono móvil cerca. En muchos casos, se ponen nerviosos si no aparece. Nerviosismo que cesa al encontrar el terminal.

6. Modificación de hábitos del sueño. ¿Sorprende a su hijo llamando a altas horas de la madrugada desde la cama? ¿Percibe que duermen poco y mal?

7. Otro efecto del abuso del móvil es su estado de lejanía, la disminución de la cantidad y calidad de la comunicación con hermanos y padres. Aunque este fenómeno es típico de la adolescencia y es difícil de medir.

8. No hay un número de horas a partir del cual se puede afirmar que se está ante un uso patológico del teléfono, pero los expertos dan una pista. ¿Qué cosas esta dejando de hacer por estar llamando? Ver la televisión, jugar, estudiar o el abandono de otras obligaciones. Es conveniente comparar con lo que hacen los chicos de su edad.

9. Hay que contrastar lo que se observa en casa con el colegio. Ver si allí hace lo mismo, si se le sorprende a menudo enviando SMS durante clase o si lo primero que hace, al salir al recreo, es encender el aparato.

10. Si se identifica con estas actitudes o las observa en sus familiares, consulte con su médico o con Proyecto Hombre. www.proyectohombre.es

Los móviles robados van al Este
Desde que en junio de 2003 el Gobierno lanzara un sistema para bloquear los teléfonos móviles robados, se ha utilizado en 203.000 terminales. El problema es saber si este dato es bueno o no.

El plan, que supuso la creación de una base de datos común a las tres operadoras, tenía como objetivo reducir la cantidad de móviles que se roban en España. Se pensaba y se piensa que, al bloquear el teléfono dejándolo inutilizable, éste deja de tener valor para el caco. Pero no es así. En 2003 se robaron algo menos de 200.000 terminales. Aunque aún no hay datos de los sustraídos el año pasado, sí los hay de los bloqueados. Son 143.000, hasta noviembre. Podría parecer que el robo ha bajado en 50.000 unidades, pero sólo lo parece. En primer lugar porque no se denuncian todos los robos, y en segundo lugar porque no se bloquean todos los móviles hurtados. El sistema para hacerlo es complicado y no todos lo conocen. Una muestra es que, de cara a la Navidad, el Ministerio de Industria lanzó una campaña con 300.000 trípticos explicando cómo bloquear los teléfonos. “El sistema está funcionando, el usuario ya sabe cómo bloquear su móvil”, dicen desde el ministerio. Por su parte, las operadoras, mantienen que el bloqueo mediante el IMEI, algo así como el número de chasis, es seguro y “su funcionamiento es secreto”. Entonces, ¿por qué se robaron un mínimo de 143.000 teléfonos? ¿Quién los roba? ¿Adónde van?

“Por que, aunque esos teléfonos no funcionen en España, sí valen en otros países”, aclara un técnico de una tienda de telefonía. “Las mafias roban terminales de gama alta y los llevan al Este”, añade. Pero no todos los ladrones tienen rasgos eslavos y no todos los móviles desaparecidos son de los caros. Cuesta arrancárselo, pero tanto este técnico como el responsable de otro local que suministra material telefónico, reconocen saber cómo desbloquear un teléfono supuestamente inservible.

“No lo puede hacer cualquiera, pero el que entiende, entiende”, afirma uno. El otro lo compara con los sistemas para piratear las tarjetas de la televisión digital. Ninguno reconoce que en su tienda desbloqueen un móvil. Entre otras cosas porque, desde la entrada en vigor del nuevo código penal en octubre pasado, estas prácticas han pasado de ser una falta a un delito. Para evitar el primer tipo de robos, las operadoras quieren crear una base de datos de móviles robados de carácter mundial. Para los del segundo grupo, marque *#6# para saber su número IMEI y, por si acaso, no pierda de vista su teléfono.

Las otras ciberadicciones
El teléfono móvil no es la única tecnología de la que se puede abusar hasta convertirse en un problema. Internet y sus contenidos, así como los videojuegos, también tienen sus riesgos.

“Internet per se no es adictivo, aunque sí lo pueden ser algunos de sus contenidos”, dice Lourdes Ventura, psiquiatra y una de las impulsoras del proyecto Adictos a Internet (www.adictosainternet.com). Tambien quiere aclarar que, como en el caso de las drogas, “el problema está dentro de la persona, no fuera”.

Al hacer un perfil del adicto a Internet, diferencia entre jóvenes y adultos. En los primeros, entre los 14 y los 25 años, la adicción se puede considerar como leve. “Aunque es donde hay que incidir más”, advierte. Y hay que hacerlo para no llegar a los usos patológicos que ha visto en los adultos.

Los problemas de los mayores de 35 años son el sexo virtual, la pornografía, los chat o los juegos. “Internet permite la satisfacción inmediata del deseo”, añade Ventura. Un tipo específico de adictos son los que descargan continuamente todo tipo de programas. En cuanto a partir de qué horas se considera que hay un problema, los expertos hablan de 30 semanales. Pero la psiquiatra prefiere medir el grado de adicción en función de las renuncias que se hacen por no dejar de navegar: la atención a la familia, al trabajo o a los amigos.

En cuanto a los videojuegos, no hay estudios concluyentes que afirmen su peligrosidad. Pero Luis Bononato recuerda que “mientras Internet y el móvil no están diseñados para reforzar conductas compulsivas, los videojuegos sí”. Por eso, se recomienda a los adultos supervisar los juegos de los jóvenes, en especial los más problemáticos.

Fuente: www.elmundo.es
Autor/-a: MIGUEL ÁNGEL CRIADO 24 de Enero de 2005

 

 
Las máquinas de apuestas en los bares, al alcance de los menores de edad PDF fitxategia Inprimatu
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Osteguna, 2010(e)ko apirila(r)en 01-(e)an 17:38etan
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LOS JÓVENES RECURREN A UN MAYOR PARA COBRAR LOS PREMIOS PORQUE NO PUEDEN ENTRAR EN LAS CASAS DE JUEGO

Dos personas, ajenas a la información, efectúan sus apuestas en una máquina. FOTO: JAVI COLMENERO

R. RUIZ DE GAUNA VITORIA. Las casas de apuestas se consolidan poco a poco en Vitoria. Si a los pocos días de su inauguración estaban semivacías, ahora ya se ve más movimiento dentro. Es la percepción que tienen desde la Asociación de jugadores en Rehabilitación Asajer de esta nueva modalidad asentada en Euskadi. Sin embargo, no es su presencia lo que preocupa, ya que están reguladas y permitidas por el Gobierno Vasco, sino el hecho de que han detectado cómo hay chavales menores de edad que apuestan en las máquinas que estas casas de juego tienen distribuidas por los bares de la capital alavesa. “Saben que no les van a dejar entrar a estos locales porque son menores de 18 años, así que apuestan su dinero en las máquinas y, si tienen la suerte de ganar un premio, recurren a una persona mayor para que vaya a cobrarlo”, detalla la psicóloga de la asociación. “Nadie les dice nada”, asegura Idoia Axpe, quien compara esta situación con la de los menores que compran bebidas alcohólicas en tiendas y supermercados.

DINERO FÁCIL

Los responsables de Asajer han detectado esta situación a raíz del trabajo de concienciación que habitualmente desarrollan en los centros escolares con alumno de la ESO de entre 12 y 16 años. “Nos preocupa que los jóvenes se acerquen a este mundo de las apuestas porque lo ven cómo una formamuy fácil de obtener dinero, y de ganar con un euro cinco, siete o treinta”, denunció Axpe. A pesar de que en Álava son las personas de más edad quienes mayor relación tienen con las apuestas, esta modalidad gusta a los adolescentes porque, generalmente, se trata de deportes por los que sienten una gran afición y, por lo tanto, además de entretenerse, obtienen una recompensa. Al margen de las apuestas, los jóvenes se decantan por los videojuegos y juegos de rol. Ambos forman parte de su ocio a partir de los 17,4 años, edad media en la que se inician a las máquinas y, ya más tarde, con 21,5 años a la versión on line. En cualquier caso, uno de cada cuatro alaveses asegura haber probado alguna vez.

Fuente: Diario de Noticias de Álava Sábado, 20 de junio de 2009

 

 
Las drogas y el alcohol determinan cada vez más el perfil de los adictos al juego en Álava PDF fitxategia Inprimatu
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Osteguna, 2010(e)ko apirila(r)en 01-(e)an 17:37etan
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OCHO DE CADA DIEZ LUDÓPATAS BEBEN Y EL 70% FUMA A DIARIO


Una mujer, ajena a la información, prueba suerte en una máquina tragaperras. FOTO: J.M. PÉREZ

Las personas con patologías graves con las apuestas consumen preferentemente hachís o marihuana y ‘coca’

Pocos reconocen tener problemas con el juego y si lo hacen aseguran que fue en el pasado y de forma puntual.
Los hombres juegan más que las mujeres, salvo al bingo, y en la zona rural se apuesta más que en Vitoria

 

R. RUIZ DE GAUNA VITORIA. El juego es una actividad común a la inmensamayoría de los alaveses. Más del 80% de la población apuesta a la Primitiva, prueba suerte en la Quiniela o las tragaperras o vista un bingo, aunque sea de forma esporádica. Sin embargo, cuando la afición por las apuestas se descontrola se convierte en ludopatía y requiere tratamiento.

Ahora, un informede la Asociación de jugadores en rehabilitación Asajer revela la estrecha relación entre esta patología y la adicción a otras sustancias estupefacientes como el alcohol, tabaco,marihuana o cocaína. Ocho de cada diez jugadores patológicos consumen a diario bebidas de baja graduación, cifra que en los no jugadores apenas alcanza a dos de cada diez. El 16% a diario copas frente al 0,7% de los no adictos a las apuestas. Además, el 70% de los ludópatas fuma una cajetilla de cigarros al día. Son datos extraídos del segundo estudio sobre la prevalencia de la adicción al juego en Álava, presentado ayer por la psicóloga de Asajer, Idoia Axpe. El documento fue elaborado el pasado año a raíz de una encuesta realizada a 1.129 ciudadanos tanto de la capital como de la zona rural, con un margen de error del 2,9%. La confluencia de juego y drogas convierte a los afectados en personas con una patología dual, un trastorno mental como es el juego patológico y una adicción a sustancias estupefacientes. “No estaríamos hablando, por tanto, de un único tratamiento sino de la necesidad de que estas personas se sometieran a un proceso de rehabilitación para corregir ambas adicciones”, explicó Axpe. En Álava hay a día de hoy 4.564 ludópatas, pero la onda expansiva es mucho mayor si se tiene en cuenta que esta patología afecta a todo el entorno de los afectados (familiares, amigos..). “Estaríamos hablando entonces de 11.772 personas”, puntualiza la psicóloga. El perfil del ciudadano con problemas de juego es el de un hombre, de entre 45 y 64 años, soltero o sin pareja, con bajo nivel de estudios, clase media-baja, ingresos propios y, curiosamente, residente en la zona rural. En general, apuestan más los hombres que las mujeres, salvo en el bingo, donde se cumple la leyenda urbana de que son ellas quienes abarrotan las salas cada sábado por la noche. Otra excepción la conforman los jóvenes, que lideran el ranking de los denominados juegos privados: apuestas deportivas, deporte rural, cartas, tragaperras... En definitiva, el 1,7% de la población alavesa tiene dificultades con el juego, leves en el 1,2% de los casos y patológicos en el 0,5%. Sin embargo, la mayoría de los adictos no reconoce el problema. Y si lo hacen, aseguran que fue en el pasado y de forma puntual –sólo 228 personas (0,1%) se confiesan enganchados–. “No son conscientes de su dependencia, piensan que juegan porque y cuando quieren y que cuando lo deseen dejarán de hacerlo”, apunta desde Asajer, Ana Herrezuela. Tampoco la sociedad ve demasiado grave el problema del juego a tenor de los datos extraídos de la encuesta. Considera que esta actividad no debe prohibirse, aún sabiendo que lleva implícito un riesgo, y que es cada persona quien debe decidir si apuesta o no, pese a que un parte importante de la población (83,8%) ve este comportamiento como una droga, que a la larga engancha. Si tan claro está, ¿por qué se permite o no se controla de manera más efectiva?, se preguntan los responsables de Asajer. Quizá la respuesta radica en que “no todo el que juega llega a tener problemas”, afirma Axpe.

INMIGRANTES Y TRAGAPERRAS

Además de realizar campañas de concienciación para explicar los peligros de la ludopatía, sobre todo, en los casos en que ésta va unida al consumo de otras sustancias, desde la asociación Asajer piden que se tenga muy en cuenta a la población inmigrante. En muchos casos, son personas que proceden de países donde la práctica de juegos de azar, las apuestas con dinero y las máquinas tragaperras están prohibidas. Una situación que, unida a una delicada situación económica, puede provocar que se acerquen al juego como fórmula para conseguir dinero fácil que pueda solucionar sus problemas. No puede olvidarse que la principal motivación para jugar es ganar dinero, según el estudio. Después está el factor entretenimiento, la sensación que se experimenta y el hecho de que ayuda a olvidarse de los problemas.

Fuente: Diario de Noticias de Álava Sábado, 20 de junio de 2009

 

Azken eguneratzea hemen: Osteguna, 2010(e)ko apirila(r)en 01-(e)an 17:39etan
 
Aumenta la ludopatía en Álava y predomina entre los hombres solteros de entre 30 y 40 años PDF fitxategia Inprimatu
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Osteguna, 2010(e)ko apirila(r)en 01-(e)an 17:35etan

La adicción a los juegos crece en Álava, pero cambia el perfil de las personas que la sufren. En los últimos años la ludopatía ha atrapado sobre todo a hombres solteros de entre 31 y 40 años, apartando el predominio de los casados de 50 años con vida normalizada. La Asociación Alavesa de Jugadores en Rehabilitación ASAJER atendió el pasado año un 30% más de llamadas y visitas e impartió tratamiento a 72 personas. En total, 1374 personas realizaron consultas durante el 2006. Los alaveses sin pareja representan el 62% de los atendidos, mientras que la cifra de casados desciende al 31%. Aunque las máquinas tragaperras continúan liderando el problema de la adicción al juego, hasta en un 76%, las nuevas tecnologías se alzan como un nuevo foco de peligro, con un 8% de personas enganchadas a los videojuegos, internet y móviles. La mayoría de los ludópatas comienza a jugar entre los 18 y los 29 años, pero un 35,75% empieza entre los 10 y los 17 años. Según una de las psicólogas de la asociación Ana Herrezuelo, los jóvenes desarrollan el problema en un periodo de tiempo más corto, en torno a un año. Un 21% de las personas que deciden comenzar un tratamiento en la asociación lo ha abandonado, mientras que a un 7% se les ha dado el alta. El proceso de recuperación "es largo"

 

 
Mamá, me agobio si no puedo usar el móvil o navegar por Internet PDF fitxategia Inprimatu
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Osteguna, 2010(e)ko apirila(r)en 01-(e)an 17:33etan

El 385 de los menores madrileños reconoce un uso y una dependencia excesiva de las nuevas tecnologías.

Las nuevas tecnologías chiflan a los más jóvenes. Los adolescentes y los niños tienen una capacidad casi innata para manejar estos aparatos porque viven rodeados de ellos. Sin embargo, el mal uso de estas herramientas, sobre todo como objeto de ocio, desemboca en que muchos niños desarrollan compulsiones por este tipo de objetos. Los necesitan y se sienten nerviosos sin ellos.

Para tratar de prevenir este nuevo tipo de adicción que crece esponencialmente con el avance de las nuevas tecnologías, la Consejería de Sanidad, a través de la Agencia Antidroga, presentó ayer, dentro del conjunto de programas de prevención de drogodependencias destinados a los centros escolares de la región, un proyecto pilota titulado “Prevención a la adicción a las nuevas tecnologías”. Este plan ha empezado a aplicarse con 255 escolares de entre 11 y 13 años de tres colegios de la Comunidad de Madrid: uno privado, uno concertado y uno público, con 450 padres. Dicho plan se desarrolla desde principios de octubre hasta finales del mes de noviembre, y su objetivo es “concienciar del riesgo que conlleva el uso indiscriminado de las nuevas tecnologías en la aparición de nuevas adicciones, y proporcionar la información y las herramientas necesarias para realizar un uso correcto y evitar una posible dependencia”, señaló la viceconsejera de Calidad Asistencial, Salud Pública y Consumo, de la Comudidad, Belén Prado.

Según el psicólogo Jesús Ramírez Cabañas, especialista en trastornos de ludopatía, “lo que para nosotros son nuevas tecnologías, para los niños son algo cotidiano, es decir, algo con lo que se han criado. Las nuevas tecnologías ofrecen refuerzos positivos con su uso, por lo que siguen llevando a cabo estas prácticas. ¿Y cuáles son estos refuerzos positivos? Pues, entre otras cosas, un feed-back, o retroalimentación por parte del aparato, ya sea el ordenador, la consola o el teléfono móvil, que le responde. El MSN, el Chat, o el móvil, le proporciona distracción en forma de comunicación con otras personas, con la ventaja, en algunos casos, del anonimato”.

Mensajes con insultos. Y es que, según un estudio que elaboró la oficina del Defensor del Menor a través de la empresa Protégeles en 2004, en el caso de los teléfonos móviles, el 38% de los jóvenes madrileños entre 11 y 17 años se sienten “intranquilos”, “agobiados” o “lo pasan fatal”, si tienen que prescindir del móvil, normalmente, por avería o castigo. El 19% afirma haber enviado “mensajes insultantes” a otras personas, el 68% reciben publicidad no solicitada, y el 7% afirma haber chateado con desconocidos. Por último, uno de cada cuatro niños gasta de media 30 euros mensuales con su teléfono. En el caso de Internet, los datos son, si cabe, más preocupantes. El uso masivo crea una necesidad de “navegar” en un entorno de contenidos atractivos y peligrosos como lo son el sexo y la violencia, con todos los peligros que conlleva.” Casi la mitad de los menores se conecta a diario a la red. El 34,5% para entre 7 y 10 horas semanales ante el ordenador. El 37% que se conecta habitualmente confiesa la necesidad de utilizar la red”. El 28% de los menores entran en páginas pornográficas con frecuencia. Y la puntuación aumenta hasta un 38% cuando se habla de la violencia. Un 16% entra en chats relacionados con el sexo, y el 15,5% ha concertado citas en Internet con desconocidos. Además, un 44% de los menores se ha sentido acosados sexualmente alguna vez por Internet.

La Razón, Octubre de 2006

 
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